jueves, 17 de septiembre de 2015

Prevenir para dar vida

El actor Robin Williams, la hija de Whitney Houston, los protagonistas de la obra “Romeo y Julieta” o el adolescente de Hondarribia Jokin Ceberio. Son algunos de los suicidios más mediáticos y conocidos. Sin embargo, el suicidio es todavía hoy un tema tabú y existe un gran vacío en cuanto a su prevención. Es por ello que se organizó este curso en donde se hizo hincapié en la necesidad de crear planes de prevención integrales en el que partici-pen los servicios de emergencias, sanitarios y la ciudadanía.

Andrea Gabilondo y Jesús Guerra, en un momento del curso.
Y no es para menos, ya que, tal y como revelaba el catedrático de la Facultad de Psicología Jesús Guerra, una media de 3.500 personas se suicidan al año en el Estado y en la Comunidad Autónoma Vasca, una persona cada dos días. En cuanto a géneros, los fallecimientos por suicidio son más frecuentes en hombres aunque ellas lo intentan con más asiduidad. Guerra también indicaba que “por cada adulto que se ha suicidado, otros 20 lo han intentado”. Por ello abogaba por la elaboración de una estrategia de prevención visto que “los suicidios son la segunda causa de muerte no natural seguida de los accidentes de tráfico”. También incidió en la necesidad de prevenir el suicidio porque “sólo en un 20% de los casos en los que se da la tentativa de suicidio, la persona acaba muriendo”.

Guerra indicaba además que “no hay causa-efecto” y que “son muchos los factores” los que provocan que una persona quiera acabar con su vida. No obstante, afirmaba, lo siguiente: “Lo que sí sabemos es que nadie que es feliz se quiere suicidar”. En la misma línea se manifestó, Andrea Gabilondo, de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa, que comentaba que la depresión “es el factor de riesgo poblacional más importante y que está presente en aproximadamente un 60% de los suicidios”.También hubo un interés en averiguar si existe una relación entre la crisis económica y suicidio. El presidente de la Fundación Salud Mental, Andoni Anseán, explicaba que “es difícil determinar si aumentan los suicidios en épocas de recesión”. Sí mostró que hay evidencias a nivel internacional que indican que con el aumento del desempleo, se incrementa el número de personas que se suicidan. También recalcaba basándose en estos mismos estudios, que los suicidios pueden estar vinculados con las políticas de protección social.

Durante el curso también se mostraron los distintos proyectos y programas existentes en materia de prevención. Anseán habló entre otros, de uno de los proyectos europeos más relevantes llevados a
cabo como el European Alliance Against Depression (EAAD).
Asimismo, destacó que “la Comunidad Foral de Navarra es la única que tiene un protocolo de prevención integral” que “podría ser un modelo a seguir por las demás comunidades”. En el caso de Gipuzkoa, se ha llevado a cabo un programa piloto de prevención de conducta suicida puesto en marcha en las comarcas del Alto Urola y Bajo Deba, cuya persona encargada de presentarlo en el curso fue Andrea Gabilondo.
Jesús Guerra, quiso finalizar dando una serie de pautas a seguir para detectar si una persona quiere acabar con su vida, sobre cómo han de actuar los servicios de emergencia y los mitos existentes. Subrayó por ejemplo que no es cierto aquello de que “quien dice que se va a suicidar no se suicida o que hablar del suici-dio impulsa a ello”. En ese sentido, Guerra consideraba que el suicidio debería visibilizarse más en los medios de comunicación “para crear conciencia”. Por otro lado, opina que hay que “entrenar y potenciar la resiliencia e inteligencia emocional” entre la población, ya que “en la vida sufrir es inevitable”.

Entrevista a Jesús Guerra: “De las personas rescatadas de tentativas de suicidio, sólo el 20% lo vuelve a intentar”

3.500 es un número elevado de muertes por suicidio, ¿hay una ocultación de los casos de suicidio por alguna razón?
El problema es que no se publican todos los casos de suicidio, sólo se realizan tratamientos puntuales. No hay un seguimiento por parte de los medios de comunicación como lo hay por accidentes de tráfico o casos de violencia de género. Y se tiene que trasmitir a la sociedad que se están dando casos de suicidio para que tome conciencia. No creo que haya una ocultación premeditada. Hay miedo porque se trata de un tema tabú.

¿Se me vienen casos como el del copiloto que se estrelló en los Alpes o aquellas personas que matan a su pareja y después se suicidan. ¿Por qué se dan estos casos?
Se puede decir que hay personas suicidas a las que no les importa convertirse en homicidas, es decir, están tan centrados en sí mismos, en sus preocupaciones y sufrimientos, que quieren salir de esa situación y hacen una acción que produce efectos colaterales.

¿Un suicidio podría estar justificado?
El suicidio no es una opción a pesar de las distintas casuísticas que lleven a una persona a realizarlo. Yo distingo bien entre eutanasia y suicidio. La vida pertenece a cada uno y cada uno es libre. Pero si una per-sona cuando se encuentra bien no se quiere suicidar, cuando una persona quiere acabar con su vida es porque tiene un sufrimiento interior. Y podemos intervenir, podemos intentar paliarlo. Eso sí, hay que respetar la libertad de las personas, si hay un documento vital o un testamento y la persona lleva tiempo en sufrimiento, se puede decir que hay suicidios comprensibles. Pero nosotros como psicólogos, tenemos que evitarlo y prevenirlo por todos los medios.

¿Esas personas que ya presentan esa conducta suicida se pueden “curar”?
El suicidio no es una enfermedad, aunque esté relacionada con algunas enfermedades. Pero tras un tratamiento a estas personas, los pronósticos suelen ser positivos porque de las personas rescatadas de tentativas de suicidio, sólo el 20% lo vuelve a intentar.

Si nos encontramos con una persona alrededor que presenta una conducta suicida, ¿qué le debemos decir?
Hasta ahora lo que se ha hecho era mirar para otro lado, nos daba miedo. Hay que afrontarlo y hablar directamente de ello. Mientras la persona habla, se va desahogando, va soltando su ansiedad y problemas. Si no lo habla, la persona va ir acumulando su malestar. Pero, una vez se detectan este tipo de personas, hay que buscar ayuda profesional, en centros de salud, de psicología, etc.


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