jueves, 17 de septiembre de 2015

Es cuestión de amor

En la vida hay situaciones en las que uno o una debe saber defenderse hablando o momentos en los que hay dar una conferencia o enfrentarse a una entrevista. Hay personas como los y las asistentes a este taller que alcanzó su edición número 13, que suelen tener dificultades para hablar ante un público bien sea por miedo escénico o por la incapacidad de estructurar bien un mensaje. Es por ello que, Enrique (Aiuola) Pérez, de Habla y Disfruta, y Ángel Lafuente, del Instituto de Técnicas Verbales, intentaron ofrecer la teoría para llegar a ser oradores eficaces.

El principio fundamental que Pérez señalaba era que “el orador no nace, se hace”. En ese aspecto el profesor destacaba que “para convertirse un un buen orador, hay que cuidar tres amores: el amor a uno mismo, el amor al mensaje y el amor al público.

En relación a uno mismo, Lafuente opinaba que a la hora de dar un discurso “no es digno que la balanza esté inclinada en el qué dirán y no en el qué diré sobre mí”. Afirmaba que un buen orador ha de trabajarse su propia autoestima: “debemos amarnos y aceptarnos con nuestros defectos”. Para Lafuente “nadie es más que nadie” y aseveraba que partiendo de esa base se puede dominar el miedo escénico. Asimismo, añadió que la autoestima se trabaja “mediante un proceso de aceptación personal, dominando el autoconoci-miento”. Los elementos que uno mismo ha de aceptar son: el aspecto, la voz, el carácter, la historia, la economía, el poder y la ignorancia.

En cuanto a la estructuración del mensaje, Pérez fue el encargado de dar una serie de pautas que tienen su base en los 5 pasos romanos para la confección de un buen discurso: El Inventio o búsqueda de información, la dispositio u jerarquización de las ideas, el elocutio o elaboración del discurso, el ensayo y la acción. En este proceso de estructuración del mensaje, subrayó la necesidad de disponer de un objetivo. Pérez comparaba la comunicación con un faro, “que es el eje para los marineros porque es lo primero que ven cuando se van y es el destino al volver”. Explicaba que en la oratoria el faro “es el eje central sobre el que se deberá de sustentar toda la información, de donde partiremos y a donde llegaremos”.

Sobre la tercera parte vinculada con el público, Pérez se refería a un “dar y aportar” al público porque “la audiencia te trata como tú le tratas”. En este contexto también mencionó cómo ha de ser la disposición del orador, la comunicación no verbal y las miradas. De la postura comentaba que “un discurso ha de hacerse de pie y con la espalda erguida” ya que “esta postura facilita la entrada de aire y da una imagen activa”. Para este formador el contacto visual con la audiencia es muy relevante y dijo frases como que “sin mirada no hay comunicación” o que “si quieres que te escuchen, mírales”.
En general, Ángel Lafuente destacó que las claves principales para realizar un buen discurso son el buen uso del silencio y el trabajo. “Hay que ir sobrados de materia y preparación”, aseguraba. El método más eficaz según este experto es entrenar día a día, “el yo me lo curro, yo lo consigo”. Reiteró en varias ocasiones que para hablar y comunicar adecuadamente hay que dominar las que él denominaba las 7 reglas de oro: “Nunca la palabra antes que el pensamiento, no interrumpir la frase o idea, frases breves, mirada interpelante, gesto libre y silencios y velocidad adecuados”.

Entrevista a Enrique (Aiuola) Pérez:
“La oratoria es una ‘carrera’ necesaria”

En todas estas ediciones ¿ha habido alguna técnica que no impartían y ahora sí?
Realmente muchas de las técni-cas que estamos aplicando ya se inventaron en Grecia y en Roma. Pero el hablar con eficacia en público es una destreza, un arte que estás toda tu vida mejorando. Cada día tienes que salir con toda tu energía y nunca sabes con qué te encuentras. Es un acto vital en el que confluyen tres mundos: mi mundo, el mundo de la persona que tengo enfrente y el mundo que construimos entre los dos.

Antaño, los humanos dominaban mejor la palabra, ¿por qué?
Yo creo que ahora se maneja mejor la palabra que antes. A pesar de que usemos las redes sociales o aplicaciones como el whatapp, si realmente es importante lo que yo tengo que decir, voy a querer tener a la persona delante para decírselo. Y si de verdad es importante lo que quiero compartir contigo, lo vamos a dejar además por escrito, como un contrato o testamento. Lo que considero que ha sucedido es que el uso de la lengua a un alto nivel se está masificando, es decir, antes el cura, el farmaceútico, el maestro y el médico hablaban bien y el resto de ciudadanía no sabía ni leer ni escribir. Lo que creo es que hemos subido el nivel de exigencia. Se está exigiendo, la universi-dad no te prepara para hablar en público pero el mercado laboral y la sociedad te exigen.

¿Es la oratoria una asignatura pendiente en las aulas?
Dice Ángel que es la ‘otra carrera necesaria’. Y es verdad. Es la herramienta sobre la que vas a sustentar tu éxito personal, profesional y social. La sociedad hoy te exige, pero no te forma. Somos un ejemplo en la Universidad del País Vasco a través de estos Cursos de Verano porque han pasado miles de personas en estos 13 años. Hay gente que te escribe emails agradeciéndote qué bien le vino el curso para una entrevista de trabajo o para dar una charla en una asociación de mujeres. Son pautas que pueden venir bien.

¿Cómo definiría a un buen comunicador?
En si maneja bien el silencio, y si maneja bien la escucha. El hecho de que un comunicador utilice un vocabulario excelso no me va a marcar la excelencia.

¿Cómo se puede lograr la seguridad en uno mismo para combatir el miedo escénico?
Que tu preocupación esté en cómo ayudar al otro, en aportar, dar. La energía no tiene que estar en tu problema, en tu deseo de agradar, de aprobar. De esa forma no vas a comunicar con eficacia. Cuanto más piensas en tus problemas, más ansiedad te estás generando, nerviosismo, sudores... Si tu das, la energía va hacia fuera, si tu pides, la energía va hacia dentro y se queda en ti, no fluye hacia el otro.

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